Tuvo tirón la clase. Sí, señor. Antes de empezar todos los frikis pululaban a la entrada de la sala algo nerviosos, algo incómodos. Se les notaban las ganas. Casi todos tenían sus miradas fijas en las bicicletas de la primera fila. Esa primera fila antes olvidada y que ahora es la estrella de la sala. Todos quieren un puesto ahí. Terminaron de limpiar la sala y como si de toros bravos en un encierro se tratase entraron arrasando, corriendo como chiquillos en el patio de un colegio. Toallas volando para pillar un buen puesto, algún que otro empujoncillo y a los diez segundos no quedaba una bicicleta libre. La clase no estaba llena ni mucho menos, pero había una buena entrada, y estaban casi todos los patas negras. No fue una clase habitual. Un cartel a la entrada de la sala y algún que otro comentario por parte del Boss durante la semana avisó de que la clase del viernes era especial, la clase era en subida. Las malas lenguas dijeron que los sillines desaparecerían pero no fue así. De todas maneras de nada habría servido. La peña se portó, vaya que si se portó.
La gente estaba impaciente. Todos preparaban la bicicleta. Arriba el sillín, un poquito para adelante, el manillar más bajo, la correa de tensión de la rueda más apretada, la palanquita así, perfecto. El pulsómetro, a ver que tal, le damos al botoncito, esto empieza a marcar. Arriba a la bici. CLAC. Una zapatilla en su sitio. CLAC. La otra. Todos están dispuestos. Como en la fórmula uno la primera línea de salida estaba formada por Paco, Diana, Guadalupe, Encarni, Jorge, Yolanda, Julián y Cristina. En la segunda línea estaban Carlos , César y Marisol. Faltaron a la cita nuestra simpática Lucía y nuestro añorado Oscar.
Y se alzó la voz por el microfono del Boss:
"Buenas noches. Hoy es una clase especial. La clase de hoy es en subida. El que no pueda que se siente, no pasa nada. Empezaremos con cinco minutos de llano para calentar. Luego tendremos 40 minutos de subida en progresión, para finalizar con otros cinco minutos de llano para estirar. Empezamos."
PLAY. Y la clase comenzó. Suave, muy suave, calentando, molinillo, 120 pedaladas, entrando en ritmo, del 65 al 70% de frecuencia cardíaca. Caras de concentración. Pedaleo redondo en la mayoría de las bicis. Espectacular. Una auténtica gozada ver ese pedaleo fluido y elegante. Uno, dos, tres, cuatro, cinco minutos. Se acabó lo fácil. Empezó lo difícil. Cuerpo arriba, ligeramente flexionado y con el culo por encima del sillín. Piernas casi extendidas formando un ligero ángulo y pies paralelos al suelo. Acoplados a la máquina. Las pulsaciones mantenidas en torno al 80 - 85% con picos del 90% y un poquito más. Y cuarenta minutos por delante para demostrarle al Boss que sus entrenos y sus consejos no son baldíos.
A nuestro amigo Paco, por caballeroso, le tocó una bici frente a una de los pilares de hormigón. Eso te pasa por no correr como hicieron ellas. Ellas no se cortaron un pelo. La próxima vez, ya sabes, una carrerita y traete una toalla de playa que son más grandes y te permiten llegar a la bici antes.
Diana parecía que iba en moto. Le sobraban pedaladas por doquier, pero ella tan tranquilla. Brutal. Y eso que ibamos subiendo. Si llega a ser llaneando, se planta en Los Palacios.
Creo que Encarni no miró al frente en ningún momento. Parecía que estaba peleada con toda la clase. Metió la cabeza entre los brazos y el manillar y la mirada al suelo. Y acabó la clase con honores, como los mejores. Aunque ella no estaba muy convencida al principio.
Algunas voces ya claman que esta clase tiene que repetirse, al menos una vez al mes. Ya se ha demostrado que la gente preparada se deja el alma en la bici y aguanta los cuarenta minutos de manera profesional. La propuesta la dejamos en tus manos, querido Boss, tú eres el que manda. Y creo que a ti te mola más que a ninguno este tipo de clase especial. Así que ya sabes. Que no caiga en saco roto.