domingo

Un nuevo "maestro spinner" comienza a brillar

Sábado, doce de la mañana. En la sala de spinning del Sato se oye una musiquita machacona de fondo. A medida que subo los escalones para llegar a la sala el volumen de la música se amplifica. ¿Quién puede estar en la sala a estas horas? Es demasiado temprano. Alcanzo el rellano de la planta quinta y miro a través de los cristales. No me sorprende. Coppi. Nuestro “Guest Starring” está en la tarima calentando motores. Concentrado, con los ojos cerrados, el cuerpo acoplado a la bicicleta y pedaleando muy rápido. Por la forma de sudar supongo que lleva ya algunos minutos. No me atrevo a entrar en la clase para ocupar una bicicleta en la primera fila. Esperará a que entre alguien y que sea el que rompa el hielo. A los profesionales hay que dejarles su rato de soledad, luego ya habrá tiempo de entablar conversación con ellos.

Dicho y hecho. Aparecen dos papanatas que entran pegando voces, comentando la fiesta que se habían pegado los dos la noche anterior. Tienen la risa floja, una alusión directa a que el cebollón todavía no lo han soltado. Coppi, muy educado, incluso da los buenos días. Yo entro y ocupo mi sitio en la primera fila, ligeramente a la izquierda de la posición del monitor. Este es un buen sitio. Coppi me saluda, me comenta que la clase de hoy va a ser una clase dura, de las que me gustan, de las de apretar los dientes. No creo que hoy haya mucha gente, es sábado. Seguramente quedarán bicicletas libres. Coppi se baja de la bicicleta y se retira. Lleva calentando casi una hora y está empapado. Va a cambiarse para la ocasión.

Poco a poco la clase comienza a llenarse. A los habituales de toda la semana se unen personajes de lo más variopinto. En cuestión de minutos en la sala no cabe un alfiler, ni una bicicleta libre. La sala hasta la bandera. Murmullos y comentarios por doquier, lo típico. Llega Coppi y su cara denota la sorpresa de ver la clase así. No se lo esperaba. Ahora hay que cumplir. No se trata solo de rellenar expediente, no, hay que hacer los deberes. Hay gente exigente que desde el primer momento lo va a evaluar. Nada de clase suave a ver que es lo que pasa. Coppi no tiene ningún problema con eso, es un tipo acostumbrado a trabajar muy, muy duro, imponiendo ritmos infernales en subidas con resistencias brutales y llanos larguísimos a molinillo con cadencias aceleradas. ¿Quién está dispuesto a sufrir?

Tras 45 minutos brutales, nuestro querido Coppi se lleva las felicitaciones por parte de muchos de los asistentes. Sus maneras han gustado. Por supuesto, no podía ser de otra manera. La única pega que han visto es que sus clases se reduzcan solo a los sábados y de modo alterno. Los fatiguillas del pedal quieren esta caña pero de una manera más regular.

Bienvenido Coppi, este artículo va por ti. La gente está contigo y desea las clases de los sábados contigo. La condición es que se ponga toda la carne en el asador cada vez que nos subamos a la bici en tu compañía. Si necesitas motivación hay la tienes.

1 comentario:

Anónimo dijo...

no me imagino yo dentro de poco una.......MASTER CLASS COPPI-BOSS UN SÁBADO POR LA MAÑANA DE HORA Y MEDIA A TOPE, CON LLANOS PROGRESIVOS, SUBIDAS A TOPE, SPRINTS, MANO A MANO LOS DOS, CHARCOS DE SUDOR EN EL SUELO, RELEVANDOSE LOS DOS VETERANOS, LOS DOS MAESTROS, CON LOS FRIKIS EN PRIMERA FILA, TIRANDO DEL RESTO DE LA CLASE.........AHÍ QUEDA ESO !!!
UN SUEÑO Q SE PODRÁ HACER REALIDAD?
QUIEN SABE !!!!!

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