viernes

La hora Maruji. Parte 2ª

El COME, todas ellas entusiastas del pedaleo, se mira de reojo. Aquello parece una competición de verdad, esperan el pistoletazo de salida y todas quieren el trofeo. Preparadas, miran sus pulsómetros, aunque no sepan utilizarlo. Ellas solo ven un número grande que bien podría ser él número de la ONCE premiado hoy o bien podría ser el número al que hay que mandar un SMS para que te toque un año de hipoteca gratis.

“Buenos días, queridas. Empezamos la clase” truena una voz por el micro. Es el Boss. Ya ha tomado las riendas. Ahora manda él. “La clase de hoy va a ser durilla, pero ya sabéis que la que no pueda o el que no pueda seguirla que se siente, que no hay ningún problema. Y la que o el que venga calentito de abajo que apriete un poquito la palanquita. Hala, que nos vamos.” Todas dirigen la vista a su mano que a cámara lenta se desplaza, baja y pulsa el botón “play” del equipo.

Suena la música, empiezan los primeros bits. PUM, PUM, PUM. Ritmo muy marcado, 70 pedaladas por minuto, de pie en la bicicleta. Aparecen las primeras caras coloradas. En la tercera fila dos señoras discuten en voz baja. “Toñi, yo creo que el cacharro este mío que llevo en la muñeca marca malamente, yo estoy viendo aquí 940 pulsaciones. Y yo creo que eso es mucho.” “Pepa, eres un poquito apretá. Que eso es la hora, hija, que son las diez menos veinte. Dale al otro botoncito para que te marque el corazón. Y no me hables más, que me desconcentras.”

El reducto varonil se defiende como puede, ninguno lleva pulsómetro. Eso es una mariconada. Si el viejo puede pedalear, yo también puedo… y mejor, por mis cojones. Sus caras todavía no denotan mucho esfuerzo. A ver si va a ser verdad. Lo cierto es que no lo hacen mal. Buena cadencia, bien equilibrados. Quizás el sillín un poco bajo.

El ritmo comienza a acelerarse, de estar de pie pasan a estar sentado. Y de 70 bpm se pasa a 120. Comienzan a aparecer los primeros sudores en todas las filas. Y se oyen comentarios. “Ni con mi Paco sudo yo como lo hago aquí. Y eso que mi Paco es mucho Paco. Que entra a matá como los toreros y allí estoy pá recibirlo y calmarlo.” “Que ganas de un cigarrito, niña. Ahora cuando acabemos esto nos tomamos un cafetito y una cuña de chocolate en la cafetería. Pero rapidito, que el otro día Antonio casi me pilla con el cigarro en la mano. Me dio un apuro”. El Boss sonríe, recuerda el momento. Parece que con la música tronando en la sala no se escuchan las conversaciones, pero es mentira. El oído es capaz de filtrar la conversación de dos personas.

El ritmo sigue subiendo, llevan ya más de 20 minutos de clase. Algunas que venían con las rebecas del chándal puestas se han quedado con la camisetilla de licra marcando “líneas”. Algunas incluso traen muñequeras y cintas del pelo al estilo Jane Fonda de los años ochenta.

Uno, dos, uno, dos, uno, dos. Ahora un temita con series. Nueve series en cascada con intervalos muy cortos de descanso entre ellas, para recuperar brevemente. Las piernas a tope, los cuadriceps super congestionados. Bombeando sangre y el corazón a mil por hora. Algunas de nuestras heroínas han optado por sentarse, ritmo demasiado intenso, otras permanecen ahí, con los ojos cerrados y apretados los dientes. Para ellas serán las medallas.

La clase continua, con más o menos sufrimiento. Se alternan las subidas con los llanos, pero nadie se para, nadie sale de la clase, nadie abandona. En la “hora Maruji” nadie sale por la puerta de la sala sin estar expuesta a un consejo de guerra. El tribunal lo forma el comando COME, ellas son duras y por tanto tú también. Antes que abandonar, la “muerte del caballo”. La clase finaliza, por fin, con una suave sesión de estiramientos, y las caras comienzan a relajarse.

Nuevamente surgen los comentarios. Antes no podían hablar. “Menos mal, se acabó, todos los días digo que no vengo y al final aquí estoy, como una tonta, sudando como una cochina y sufriendo, pero es que no puedo evitarlo”. “Es que el Antonio lo hace tela de bien. ¿Tú te has fijao en como está el tío pa la edad que tiene? A mi me han dicho que tiene ya 55 años”. “Anda ya. Con 55 años no se puede estar así. Si el tío está como un garrote”.

Fuera ya de la bicicleta y con la música puesta al mínimo un batallón de féminas se dirige al Boss para preguntar y comentar. Que sepan las féminas que eso lo hace la hora friki desde tiempos inmemoriales. Que la hora friki creó escuela y sus componentes se enorgullecen de ello.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

q bueno smaller, q bueno !!! es q pareces q lo has vivido tio !! la ficción hecha realidad, es así !! jajajaja
como las quiero, no os podeis imaginar lo q es para una "maruji" dar una clase de spinning, hacen un esfuerzo increible, se levantan tela de temprano, organizan la casa, visten a los niños, les dan el desayuno, toas acelerá pa el cole, atascos !!! llegan a la clase atacaitas y se ponen a pedalear como fieras, no se sientan, nadie sale de la clase antes de tiempo, sudan, se ahogan, se ponen colorá, algunas ya hacen caso del pulsómetro y se sientan ellas solitas, van aprendiendo, otras con sus zapatillas automáticas, se las ven y desean para colocarlas en su sitio, the boss pone la misma sesión q a sus frikis, la misma dureza, y aguantan como jabatas, termina la clase y salen relajaditas, ...."q bien ma sentao la clase" "toi como nueva" "igualito q la niña" " po yo se lo voy a decir a Conchita, q venga pa cá !"" toi toa reventá" " y tu no da clase el jueves?" "y por q?""y este aparato por q pita?"" po yo desde q hago pinin no me canso cuando subo a la azotea a tendé la ropa "...... el corrillo se disuelve poco a poco, impacientes esperaran a la clase del miercoles, quieren q el boss le de mas clase, algunas empiezan a dejar hasta el mismísimo pilates !!, se van enganchando al spinning !! y eso al boss le gusta,

ana salinas dijo...

Que gracia, me están dando ganas de ir un dia a la hora maruji para comprobar in situ todo lo que aquí se comenta.
Podría incluso desde el vestuario recoger algun que otro comentario para que nuestro gionista Jorge tenga más para explayarse.

Anónimo dijo...

Pués ya sabes Anita, date prisa que cuando vengan las vacaciones en los colegios se acabó el espectáculo, jejejeeje

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