viernes

Merry Christmas!!



Vino y se fue. La tan esperada comida del club spinnero más friki de Sevilla llegó, y tal como lo hizo, se marchó. Ahora, eso sí, lo hizo dejando huella. El día 2 de diciembre, o sea, el sábado de la semana pasada, nos reunimos una panda de amigos para celebrar lo que en estos tiempos se da en llamar “comida de navidad”. Un poquito adelantada, digo yo, pero era una fecha prudente teniendo en cuenta las apretadas agendas de algunos componentes de la comida de aquel día. En realidad éramos todos los que estábamos pero no estaban todos los que eran.

El día vino rodado el solito. Para comenzar con buen pie, a las 12.30 de la mañana, en el gimnasio, una clasecita de spinning comandada por el Boss. ¿Casualidad? No lo creo. Prácticamente todos los asistentes a la comida estuvimos presentes, haciendo un poquito de hueco en el estómago para lo que vendría luego. Una clase durilla con final en subida de 10 minutos despierta algo más que hambre en el estómago de uno. La clase habría sido de 10 si la pareja más friki hubiera podido dar la clase junta, subidos ambos dos en la tarima y dirigiendo el cotarro desde ahí arriba. El compi Julián vino preparado para la ocasión con un maillot Ritchey de color blanco, muy alejado de su habitual color negro al que nos tiene acostumbrado. No pudo ser, quizás más adelante, cuando los grillos toquen el violín.

La cita era a las tres, pero allá que nos presentamos un poquito antes, para ir haciendo boca. Ya se sabe, unas cervecitas, algo de picar, lo habitual en estos casos. Poco a poco fueron llegando los frikis. Los primeros en aparecer fueron Antonio, Oscar y Ana. Llegamos a continuación mi menda, Julián y Carlos. Y ya dentro del restaurante aparecieron las hermanas Yolanda y Guadalupe, y más tarde Cristina y Marisol. Creo que no olvido a nadie.

Teníamos reservada una mesa para diez personas ¿Casualidad? No lo creo. Si hubiera venido alguien más…complicado. Una vez todos sentados y en sus puestos comenzó el atracón. Para ello nos dejamos guiar y aconsejar por nuestro mecenas de la ocasión, el señor Carlos Castilla. Conocía a uno de los dueños del restaurante, a una de las chicas que nos sirvió y, para colmo, se tropezó con un nota que lo saludó, pero que el no sabía en un principio quién era, hasta que al rato descubrió que era su dentista.

Lo que comimos, no lo acuerdo exactamente. Lo que si que recuerdo es que fue animal. Lomo alto, lomo bajo, solomillo, brocheta de pollo, ensaladas, tomates rellenos, queso, vino argentino, firulete, postres y copita final. Acojonante. Para salir redondo, como una pandereta. Por cierto, que el vino lo sirvieron en un decantador que era poco menos que manejable. Por supuesto que hubo fotos, fotos de grupo, fotos individuales, fotos del Boss, fotos de Ana. Lo que hace falta ahora es reunirlas todas y pasarlas a la peña que las quiera.

Lo que nadie se esperaba (entiéndase por nadie al amigo Antonio) era el milongazo de la tarde. Cuando llegó la hora de los postres, se desató la polémica. La muchacha que nos servía apareció con un postre y unas velitas en las que se indicaba claramente la edad del que un día antes había cumplido años. ¿Casualidad? No lo creo. Fue toda una conspiración judeo masónica orquestada por Yolanda, que fue la encargada de buscar las velas y entregarselas a la muchacha para que adornara el postre del Boss. Aquello fue para verle la cara a Antonio. Porque además cantaron el cumpleaños feliz, en español y en inglés. Medio restaurante mirando y Antonio que quería que la tierra se lo tragara. No pasa nada, no pasa absolutamente nada. Andy Warhool dijo que todo el mundo tenía derecho a 15 minutos de fama en su vida. Antonio tuvo cinco, y en esos cinco minutos tuvo que soplar unas velas horterillas para que todo el mundo se quedara contento y mirar de reojo a más de uno para acordarse de algunos familiares cercanos.

Después de la comida salimos a tomar unas copillas, pero esa historia es absolutamente irrelevante, y si alguien quiere contarla, pues que lo haga.

1 comentario:

. dijo...

fué un buen dia el q pasamos, si exceptuamos claro está el milongazo de las velitas!! ay Yolanda Yolanda como te quiero!!
ojalá se repitiera muchos años más !!
aunq dentro de unos años tendríamos q buscar otro restaurante mayor porq los carritos de los nenes no caben en el Milongas !!
así puessss q siga la tradición keridos frikis!!

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