domingo

Y que sean algunos más

Un año. Como pasa el tiempo. Y parece que fue ayer cuando Antonio apareció por la puerta de la sala de spinning para empezar a dar esas clases magistrales que, reconozcámoslo, hasta entonces brillaban por su ausencia. No todo el mundo estará de acuerdo con su metodología sobre lo que es una buena clase de spinning, pero lo que si que es cierto es que sus seguidores más fieles han evolucionado y mejorado mucho, muchísimo, alcanzando unas cotas de rendimiento físico que no podían imaginar.

Las clases de Antonio son distintas, ya se ha comentado muchas veces en este blog, pero para celebrar este primer cumpleaños, vale la pena repetirlo. Es, con diferencia, el monitor que más tiempo efectivo de los 45 minutos de clase está pedaleando. Realiza un calentamiento suave para engrasar y poner a tono la musculatura. Para sus seguidores, sus clases se pueden hacer con los ojos cerrados y, probablemente, nadie pierda el ritmo, la cadencia y la pedalada. Su música es una mezcla entre temas ochenteros, noventeros (remezclados y adaptados), música étnica y unos minutitos maquineros para poner el corazón a tope. En sus clases se ha podido escuchar a U2, Mike Olfield, Krakfwerk, Robert Miles, etc.

Fiel usuario del pulsómetro y del uso de la “palanquita”, como él la llama, para ir controlando el ritmo y la frecuencia cardiaca durante la clase, ha conseguido que una parte importante de la clase incorpore este “chisme” como elemento básico de trabajo cuando se pedalea. Lo que en un principio fue una batalla perdida, debido al hermetismo de la gente con estos temas, lo ha convertido en una guerra ganada a pulso (y nunca mejor dicho). Todos los que utilizan pulsómetro reconocen que su rendimiento ha mejorado ostensiblemente desde el momento en el que han controlado sus esfuerzos y los han regulado adecuadamente. A la gente empieza a sonarle eso de “hay que alcanzar el 80% en este ejercicio” “no debéis bajar del 70% en este llano si queréis que el ejercicio sea efectivo”.

Su triunfo ha sido conseguir que la gente que va a sus clases disfrute con ellas, lo pase bien, e incluso repita si el Cappo da dos clases seguidas, con ese puntito de sufrimiento que hace que la sesión sepa incluso mejor. Hay quienes alcanzan las 190 pulsaciones y quieren aun más. Su triunfo también ha sido reunir a un grupo de gente de lo más variopinta que, juntos, hacen muy buena piña, y que incluso se reúnen para contarse sus historias al final de la semana, tomando cervezas, coca colas e, incluso, zumo de tomate.

Por todo ello, las gracias te las damos nosotros a ti.
Y esperamos que se cumplan algunos años más, aunque eso no lo decidimos nosotros.

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...