Había pasado el tiempo, tanto que ya ni sentían esas inmensas agujetas que durante tres días les habían impedido cualquier movimiento básico que no fuera asentir con la cabeza para decir sí y girarla para decir no. Les dolió hasta el alma. Claro, ¿a quién se le ocurre? Llegas al gimnasio y dices: “Esto me lo paso por el forro, pesas a mí, bicicleta a mí, por los cojones”. Lo cierto es que pasado ese período a los dos colegas les gustaba el rollito sudoroso del gimnasio, les molaba eso de irse todas las tardes a echar su ratito, ya fuera para hacer ejercicio o para ver a las pavitas paseándose por la sala de cardio.
Un día, estando en la sala de pesas, decidieron darse un paseito por las salas superiores. Hasta entonces ese era un mundillo que desconocían, no les atraía, pero aquel día, ay amigo, aquel día iba a ser el primero del resto de sus vidas. Pasaron por la sala de body pump y allí vieron a un grupito de gente con escalones de plástico a los pies y barras con pesas en las manos siguiendo el ritmo de la música y las instrucciones de un pavo tan delgado como un alambre. Vieron la clase de step con chorrocientasmil nenas bailando y saltando. Ni que decir tiene que allí se quedaron embobados viendo los movimientos de las chicas.
Decidieron subir a la siguiente planta. ¿A que no adivinan los lectores del blog que es lo que hay en esa planta? Sí, señor. Es la planta donde está la sala de spinning, la sala del Boss, la sala de Plastic Man, la sala de Little Terminador, la sala de Radio Olé, la sala de Pantani. Al llegar no atinaban a creer lo que estaban viendo. Un potosí de peña montada en bicicleta y pedaleando al ritmo de una música machacona. Todo el pópulo estaba monitorizado y guiado por un tío, casi calvo, con más años que la puerta (más de 40 y menos de 50, juzguen ustedes) subido en una tarima y que continuamente decía o, al menos estos dos creían escuchar: “Mira y empuja”. Una visitilla al otorrino no les vendría malamente. El pavo este traía al resuello a más de la mitad de la clase y el tío ni se inmutaba. Parriba, pabajo, parriba, pabajo, ahora más rápido, ahora más lento, acojonante. (Boss, te acabo de presentar como me pediste en su día).
El Lolo y el Chungo miraban atónitos la escena, aquello les molaba. Entre la gente que pedaleaba vieron a su colega Fede, que de lejos y viéndolos tras el cristal levantó la mano a modo de saludo.
3 comentarios:
Ya ha tardado en llegar la ultima entrega del serial spinnero. Hay que prodigarse mas.
aliki, no es que haya tardado, es que por deferencia, ha esperado que la troupe vuelva de New York !!!
jeje sin duda de los mejoressssssss, tio describes las cosas y parece q los estoy viendo atraves de cristal, yo en el púlpito sudando a 160 y mirando de reoojo a los dos pavos !! jejeje
q si entran q si no entran
genial smaller !!
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