New York, New York (va por vosotros)

Hace cosa de dos semanas una tríada importante del grupo más friki de los que pueda haber en el Sato nos abandonó para cruzar el charco. Sí, ese charco que se interpone entre nosotros y las américas. No las américas del amigo Hugo Chavez, tan de moda estos días, sino las américas del capitalismo, las américas de los Estados Unidos. Tomaron aviones por separado porque las circunstancias del viaje así lo dispusieron, pero el destino era el mismo: Nueva York, esa ciudad cosmopolita a la que el gran Sinatra dedicó una canción que ya forma parte de la historia.

Cuentan las malas lenguas, y el que se dé por aludido que se rasque, que durante el viaje el mono de pedaleo era tan tremendo que preguntaron al personal de la tripulación si en alguna parte del avión tenían bicicletas estáticas, aunque sólo fuera una. Casualidades de la vida o no, lo cierto es que la simpática azafata que los atendió les dijo que en la bodega de carga llevaban un porte de 10 bicicletas marca "Skinning" todas ellas de última generación, con cardiómetro, velocímetro, televisión vía satélite, macetero y WC incorporados. Pertenecían a un gimnasio de la zona de Manhattan, propiedad del archiconocido Johnny G&G, inventor del método "Skinning". No se lo podían creer. Cuando se lo contaran al Boss, se le caerían dos lágrimas como dos chorizos.

En cuanto a ella, que viajó sola solita, su vuelo también le deparó sorpresas. Si no a ella, por lo menos a los que estaban cerca de ella, y en particular a una señora mayor, parecida a la que salía en la serie "Se ha escrito un crimen" que se sentó justo a su derecha. En un momento del viaje, cansada del ajetreo, cruzando el Atlántico y a la altura de las islas Azores cerró los ojos y se quedó profundamente dormida. En sus sueños se veía montada en una bicicleta rodeada de sus colegas los frikis del Sato y en frente veía a su querido Boss, voceando eso de "Tira y empuja", "A mis clases hay que venir con pulsómetro", etc. Todos conoceis sus frases celebres. Se despertó cuando la azafata de vuelo la agitó para preguntarle que qué le pasaba, que llevaba un cuarto de hora dando voces, gritando cosas incoherentes como: "Quién dijo miedo" "Pedaleo redondo". Además la señora sentada a su lado estaba literalmente acojonada, llena de cardenales y de moratones. La buena mujer decía que había empezado a mover las piernas de manera incontrolada mientras agarraba la bandeja del asiento de delante como si fuera un volante (un manillar quiso decir la señora). También decía que le había cogido la bufanda y se la había pasado por la cara para secarse el sudor. Nuestra querida friki quería que se la tragara la tierra y que lo sucedido en el avión no saliera de las puertas del mismo.

Como pasó, no se sabe pero estas historias han llegado a los oidos que no debían y ya veis. Ahora lo sabe todo el mundo.

Un saludo cariñoso a los que han vuelto. Espero vuestras historias.